martes, 26 de febrero de 2013

Contra la desafección política… el HermanoMarx-ismo


Transcribo literalmente las contestaciones de ayer de la Sra. Cospedal, a 3 preguntas que le realizaron unos periodistas, sobre la situación laboral del Sr. Bárcenas con el PP y al confuso concepto de su indemnización. Los puntos suspensivos corresponden a silencios o tropiezos en sus declaraciones y no a frases omitidas:

“La indemnización que se pacto, fue una indemnización en diferido. Y como fue una indemnización en diferido…en forma efectivamente de simulación…de simulación o de lo que hubiera sido en diferido en partes de una…de lo que antes era una retribución tenía que tener la retención a la Seguridad Social… es que sino hubiera sido…ahora se habla mucho de pagos que no tienen retenciones a la Seguridad Social ¿verdad? Pues aquí sí que se quiso…se quiso”

“La controversia la tendrán ustedes…yo…perdónenme, con toda amabilidad y con todo el respeto yo no tengo ninguna controversia. Este señor, como sabe todo el mundo dejó de prestar servicios en el Partido Popular y dejo de ser tesorero del Partido Popular y dejo de ser senador del Partido Popular  en el año 2.010…es que controversia no hay ninguna”

“Vamos a ver, mire, creo que ya me han preguntado 4 o 5 preguntas sobre la indemnización, y me van a perdonar, pero la doy por contestada, la doy por contestada. Yo he podido ser más o menos correcta o más o menos brillante en mi contestación o en todas las contestaciones que he dado, pero la doy por contestada.”

Nada más escucharlas, y sé perfectamente porqué, me ha venido a la memoria el famoso diálogo entre Groucho y Chico Marx en su película Una Noche en la Ópera, aquel de: “La parte contratante de la primera parte…”

Vivir en un país, donde los miembros de su clase política son capaces de pronunciar declaraciones como esta, es un acto de absurdo tesón y constante resignación y desilusión. Si además, corresponden a un caso de corrupción tan evidente y sangrante como el que nos ocupa, pues con muchísima más razón. Tanta, como desamparo al escucharlas.

Es una bofetada en toda nuestra cara, que el pago que recibimos a los asfixiantes esfuerzos diarios para sobrevivir cada mes, conservar un trabajo o encontrarlo y no pasar hambre ni nosotros ni los nuestros, sea  que te expliquen un flagrante delito de esa manera. Como que te llamen imbécil y gilipollas porque te has tirado encima del coche que te acaba de atropellar cruzando un paso de cebra.

Y no son solo estas declaraciones. Basta con leer un poco la prensa cada día para ver que, tanto los de un lado, como los de otro, han rebajado hasta tal extremo la exigencia de su función, de su responsabilidad y de su capacidad para sentir vergüenza de sí mismos, que se sienten avalados para hablar de lo que sea y como sea, sin el más mínimo respeto a los ciudadanos, a la credibilidad, a la coherencia y a la consistencia que nos merecemos.

Ya no es algo observable únicamente en politicuchos de baja estofa, de escaso recorrido neuronal y amplía genética ovina y cerril. No, esto se está convirtiendo en habitual en una amplia masa de políticos, empresarios de supuesto postín, responsables de sindicatos, portavoces diversos, ex aparentes y confesos y un largo etcétera, tan dispar como variado.

Antaño, al alcalde, al cura, a la Guardia Civil y al potentado –no sé si en este orden precisamente, tanto da-, siempre se les tenía que dar la razón. Su dictadura de prestigio y silencio eran incontestables. Sus ciudadanos lo eran desde la distancia infinita que imponía su caciquismo, sus privilegios y el mundo cerrado que, con todo el celo e interés, se preservaban y perpetuaban para ellos mismos.

No tengo muy claro que hayamos cambiado mucho. Hoy a todo eso lo llamamos desafección, descrédito de la clase política, falta de capacidad de liderazgo y confianza.

Mi abuelo solía decir: “Tú si quieres hijo, lo llamas hambre. Para mí, son ganas de comer”


2 comentarios:

  1. manda güevos y esta gente no tiene que gobernar

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  2. Antes que nada disculpas por el retraso en responderte Anónimo. Cuando una semana se complica...se complica de veras.

    Efectivamente, esta es la calaña de gente que nos tiene que gobernar, pero no hay que olvidar que, aunque es imposible anticipar la sinvergonzonería y desfachatez humana, somos nosotros los que les hemos elegido.

    Y esto no debe servir para resignarnos, sino para aprender, cada cuatro años, para que debe servir nuestro voto en las siguientes elecciones.

    Un saludo y gracias anónimo.

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