viernes, 23 de agosto de 2013

La Ley del Silencio...

James Riddle Hoffa, más conocido como Jimmy Hoffa, nació en 1.913 en el estado de Indiana. Criado en los barrios pobres de Detroit, empezó en 1.929 a trabajar como cargador de camiones.

En 1.931, con sólo 18 años, su fuerte carácter y gran carisma, le hicieron destacar con rapidez por su defensa contra los abusos a los que eran sometidos los trabajadores del transporte, desprovistos de cualquier tipo de asociación sindical. Su estrategia, consistía en enfrentar a los pequeños empresarios del sector contra los grandes, para así conseguir debilitar el enorme e ilimitado poder de la patronal del transporte de entonces.

A los dos años consiguió promover la primera regulación legal a favor del gremio de camioneros de Estados Unidos, convirtiéndose en un líder sindical muy influyente. De hecho, el Sindicato Norteamericano de Camioneros que fundó, llegó a ser el más grande del mundo por entonces.

Teniendo en cuenta la extensión de EEUU, su industrialización y nivel productivo, no es difícil imaginar el poder que llegó a aglutinar el representante sindical absoluto de quienes tenían la responsabilidad de transportar hasta el más insignificante grano de arena por carretera en ese país. Una de sus aspiraciones era extender su modelo sindical a otros sectores vinculados con el transporte como los ferrocarriles y las aerolíneas, siendo él mismo el jefe en la sombra de dichos sindicatos paralelos.

Su “especial” personalidad y ambición, más por el poder que por el dinero, hicieron que Jimmy Hoffa no tuviese suficiente con esos logros y acabó mezclándose con la mafia. De hecho, sus métodos para conseguir sus logros sindicales no distaban mucho de los utilizados por esta organización. Por ejemplo, utilizaba los fondos de pensiones de los afiliados para dar préstamos “privados”. Llegó incluso a codearse con lo más “florido” y tenebroso de la sociedad americana de entonces: se enfrentó a los Kennedy, participó en el negocio del juego ilegal, etc.

Finalmente, acusado de sobornar al jurado que investigaba sus relaciones con la mafia, pasó 7 años en prisión, hasta que el presidente Richard Nixon le conmutó la pena en 1.971, con la condición de que no participara durante 10 años en ningún tipo de actividad gremial o sindical.

A pesar de eso, en 1.975 intentando volver a las andadas, se citó en un bar de carretera con dos mafiosos y hasta la fecha, nunca se ha encontrado su cuerpo.

Leyendo la breve reseña de este personaje, uno puede pensar que este tipo de historias, son explicables en un país como Estados Unidos, donde sus tentaciones y capacidad para saciar ambiciones, están sin duda a la altura de sus dimensiones y proporciones en todos los ámbitos.

En un país donde un sindicato tiene decenas de millones de afiliados, que trabajan en empresas con cientos de miles de trabajadores, que a su vez mueven miles de millones de dólares … a quién no le sale de tanto en cuando un Hoffa en la familia ¿verdad?

Este caluroso mes de Agosto, una empresa del sector financiero, que ha recibido decenas de miles de millones del erario público para su recapitalización, además de fracasados intentos de venta por la negligencia y obcecación de los máximos dirigentes gubernamentales, está inmersa en un proceso de despido colectivo que afecta al 30% de su plantilla y cuyo impacto más importante, se centra en el cierre del 100% de todas sus sucursales fuera del territorio de origen.

Ante lo crítico de la situación, los delegados territoriales de un sindicato de las zonas afectadas, solicitaron a su dirigente principal, su participación en las mesa de negociación. No de forma presencial, ya que el sindicato solo tenía derecho a un lugar en dicha mesa, que sería ocupado por su máxima dirigente, sino para prestar su apoyo y asesoramiento en las reuniones internas previas.

Las razones que sustentaban esta petición eran totalmente obvias. Por un lado, los solicitantes se sentían con la responsabilidad de representar a los trabajadores de quienes habían recibido su confianza eligiéndolos. Por otro, quiénes mejor que ellos, conocían con la profundidad y cercanía necesaria las inquietudes y situación de estos empleados, más aún, cuando dicho sindicato disponía de más representantes sindicales en las zonas afectadas por el cierre que en la de origen.

Poco se podían imaginar dichos delegados, la cadena de acontecimientos que tal petición iba a desencadenar. A pesar de ser una petición digna de elogio por el nivel de implicación, disposición y responsabilidad que demostraba de sus solicitantes. Ni las consecuencias que iba a tener en las carnes y carrera sindical para algunos de ellos.

De primeras, y antes que nada, el agradecimiento de la “máxima dirigente” a su petición y disposición, comunicándoles que desde los ordenadores de la empresa y por personas no autorizadas, se habían producido accesos a las cuentas e información económica del sindicato, solicitándole a la mayor brevedad posible cualquier información pertinente sobre el asunto….Eso por pedir nada.

Llegados a este punto del suceso, es imposible no acordarse de aquel policía cabrón al que todos alguna vez le hemos preguntado por una dirección y nos contestó aquello de: luego hablamos de ello, de momento enséñeme el carnet de conducir, la documentación y el permiso de reunión consigo mismo.

De segundas, negativa a la petición de asistencia a las reuniones previas para ejercer la labor de apoyo y asesoramiento solicitada en defensa de los derechos, necesidades y circunstancias de los empleados de los territorios afectados…Eso, por si no sabían con quien se la estaban jugando.

De terceras, suspensión cautelar de militancia de un delegado sindical y nombramiento de la consiguiente Comisión de Disciplina. Además, anulación de la condición de liberado a un miembro de la comisión ejecutiva, lo que en la práctica, le impide el desarrollo de la actividad sindical a dicho miembro…Eso por si todavía respira.

Y de cuartas, casi se nos olvida, y quizás por “guardar las formas”, si es que la historia permite tal consideración a estas alturas, nombramiento de un “estómago agradecido” para salir en la foto y hacer el papel de consejero, acallando críticas y posibles suspicacias. Nada como un hombre de paja, para que alguna señora con mando, pueda alardear de aquello de…“soy demócrata de toda la vida”.

Estamos convencidos de que si estos hechos los hubiéramos incorporado a la pequeña biografía de Hoffa, a nadie le hubiesen parecido extraños, las formas y métodos que se le intuyen a tal personaje.  Pero si las atribuimos a una insignificante dirigente sindical de un entidad rescatada, con derecho a un único lugar en la mesa negociadora de un ERE y cuya única obligación es defender a los trabajadores que le entregaron su confianza en unas urnas, aquí no hay explicación posible, ni comprensible tentación de magnitudes abrumadoras, ni Tío Sam que la llame a filas.

Cuando un sindicato es capaz de hacer gala de conductas tan deplorables como las descritas, cuando niega la voz y la oportunidad de ser escuchados a una parte importante de sus afiliados, cuando abre expedientes disciplinarios y sanciona a quienes simplemente piden el derecho a realizar la labor para la que han sido elegidos, deja de serlo, para convertirse en una organización oscura, que atenta contra los derechos fundamentales de los trabajadores. Y sus máximos dirigentes, son merecedores de la máxima repulsa, desprecio y reprobación de forma pública, notoria y sin ambages.

Silenciar el derecho a expresarse a unos trabajadores que van a ser despedidos es indecente y hacerlo coaccionando y represaliando a sus representantes territoriales hace, señora “máxima dirigente sindical”, que no se merezca usted ni la dignidad, ni el respeto ni la honorabilidad del cargo que ostenta. Es usted una vergüenza para el sindicalismo y una desgracia para los trabajadores.

Ojalá hubiese nacido usted en Indiana y se hubiese criado en los barrios pobres de Detroit, nos hubiese ahorrado mucho tiempo teniendo que escribir simplemente una breve reseña, en una biografía, de un personaje lejano de un país poderoso.



lunes, 19 de agosto de 2013

Catalunyacaixa...¿será o no será?

Dicen que en España, los trabajadores tienen una serie de derechos. Derechos, que son inalienables como personas, pero también, derechos que, como trabajadores les corresponden porque así, se han pactado con su colectivo y específicamente con su empresa.

Estos derechos, deberían ser el Sancta Sanctorum para todos los trabajadores y también para sus superiores o jefes. 

Los sindicatos, deberían tenerlos y mantenerlos entre todos sus representados, como dogma, y jamás, bajo ningún concepto, debería permitirse alteración ninguna de desigualdad entre unos y otros trabajadores que con idénticas funciones, ejercen su trabajo dentro de una misma empresa.

Esta es la teoría, y supuestamente la legalidad y también la ética y consecuencia con el papel que cada uno ejerce y ocupa, pero ¿qué pasaría si la realidad no fuera así?

El diccionario de la Real Academia de la Lengua dice del término Discriminar:
  1. Seleccionar excluyendo
  2. Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.
Bien, pues llegados a este punto y teniendo claro cuál es el significado de esta palabra, hemos de centrarnos en situaciones concretas, para discernir y aclarar que nombre se le deben dar a las cosas.

Cuánto de licito y normalizado puede ser que una empresa, “cambie” para modernizar, el sistema operativo de sus ordenadores, SOLO, en los puestos de trabajo que se circunscriben a una UNICA región, o comunidad autónoma, que además es la de procedencia de dicha empresa.  No nos cabe duda, que legal, puede serlo, pero ¿Es discriminativo? ¿Es consentible esa discriminación por parte de todos los empleados? ¿Y por sus sindicatos?

Ante esta nimiedad, tampoco hay mucho que decir, puede pensar alguno, pero vamos a añadir circunstancias, que hay bastantes. Si esta empresa de la que no estamos hablando, se dedicase a dar financiación, cuanto de licito sería que, solo permitiese darla en un territorio concreto, el de procedencia, y……en el resto no. Y para más inri, sacase una bolsa importante de créditos para pequeñas y medianas empresas, pero, SOLO para su territorio, el de su procedencia y para el resto en el que tiene presencia, no. Seguimos pensando que legal, puede ser, pero insistimos, ¿Puede ser discriminativo? ¿Es consentible esa discriminación, por parte de todos sus empleados? ¿Y por parte de sus sindicatos?

Seguimos en el supuesto de que estuviésemos hablando de una entidad bancaria, y supongamos que sacan una tarjeta, que podemos llamarla “x” o visa solidaria, que está de moda, y esta entidad, decide que para todos sus territorios, sea una visa de débito, MENOS para el suyo de procedencia, donde será de crédito y débito. Si a esto añadimos que la formación que impartió esta empresa, para la gestión del tema de arbitraje, tampoco fue genérico, sino especifico para los trabajadores de su territorio de origen, y que incluso en algunas reuniones se permitieran sus jefes de zona, alentar a los trabajadores a que si era imprescindible gestionar créditos para clientes importantes, se hiciera por medio de traslado a oficinas de dentro del territorio de origen de la entidad, nos encontramos con un coctel molotov que nos es difícil entender cómo sería posible manejar.

En esta situación, a los trabajadores les deberían estar chirriando los dientes, exigiendo, tanto para los que están en territorio de origen, como los que están “fuera”,  un trato digno e igualitario. Los sindicatos, deberían estar ejerciendo su labor, esa por la que les pagan sus afiliados y les subvencionamos todos y la que  DEBERIA obligarles a gestionar la dignidad e igualdad de todos los trabajadores.

Aunque claro, alguien puede ponernos en la tesitura de que, si esta entidad hubiera decidido VENDER Y/O CERRAR  todas las oficinas de fuera de su territorio de origen, y desprenderse de los nexos y lazos que unen a la empresa con todos aquellos empleados y sus oficinas, lo que está haciendo es practificar. 

Nuestra opinión es que decisión tomada o impuesta, no exculpa en modo alguno de una gestión discriminatoria para con los trabajadores de fuera del territorio de origen, pero sobre todo, en la circunstancia de que se quisiera vender esta red, las condiciones que se implantan para desmembrar el trabajo de los empleados, incapacitándolos para mantener y captar clientes, es contrario a la opción vender y de hacer apetecible esta red para cualquier entidad, dado que la pérdida de clientes es masiva, y otras entidades, a quienes les pudiera resultar atractivo el caudal de clientes, no tiene que pagar para tenerlos, sino esperar a que dejen de lado a quien no les aporta nada y crucen la acera en busca de otra entidad. 

Y si la decisión es cerrar, los empleados, tienen idénticos derechos para ejercer su trabajo, que cualquiera de sus compañeros, estén donde estén, hasta el mismo momento en que se les entregue el finiquito, y dejen de ser empleados de tal empresa.

Cuando hacemos reflexiones de este tipo, nos es fácil elucubrar sobre si todo esto pudiera suceder o no, a pesar de que sabemos que sucede. Y en el supuesto de que suceda, ¿qué haría frenar a los empleados para que no se levantasen y defendiesen sus derechos? ¿Qué podría parar a los sindicatos para que no reventasen semejante genocidio laboral?

Un buen amigo, dice que lo primero es MIEDO y lo segundo es INTERES. Citaremos a Machado y diremos aquello de: “De lo que llaman los hombres, virtud, justicia y bondad, una mitad es envidia y el resto no es caridad.”




viernes, 9 de agosto de 2013

Catalunyacaixa, el FROB, la SAREB y otras cosas del perder

Ayer toda la prensa, se hizo eco de la venta de la gestora inmobiliaria de CX a un consorcio formado por los grupos Kennedy Wilson y Värde Partners entre una terna de 25 candidatos a dicha adquisición. Un proceso de venta que se inició el pasado mes de abril, estando aún al frente de la entidad Adolf Todó.

¿Quiénes son los integrantes de este consorcio?

En pocas palabras y para no enredarnos en tecnicismos, se trata de compañías que gestionan fondos, inmobiliarios en este caso, denominados “fondos buitre”, y que se centran en comprar inmuebles por un valor notablemente devaluado, de “derribo”, para obtener “pingues” beneficios con su venta posterior.

Esta operación, además de responder al cumplimiento del plan que propuso CX/FROB a Bruselas para la inyección de los 9.084 M€ que recibió, en cuanto a la exigencia de deshacerse de todas sus actividades que no se centrasen en la banca minorista (el controvertido MOU), parece que también obedece a una nueva dinámica de la SAREB, para adjudicar sus activos lo más rápido posible, a corporaciones que gestionen fondos de capital riesgo, ya que el día anterior, se publicó una operación “cuasi” similar con HIG constituyendo, al 49% de participación, un fondo de activos inmobiliarios (FAB).

Intuimos que no es necesario el inciso, pero evidentemente, este conjunto de operaciones no han estado exentas de la conveniente participación y seguro que lucrante beneficio, para una larga prole de asesores, intermediarios y agentes habituales en estas situaciones.

HIG, Kennedy Wilson, Värde Partners y los que seguirán, y si no al tiempo, son hijos de un mismo padre, o mejor dicho, los nuevos Rómulo y Remo de una misma loba, en el sentido más literal del término, ya que su orientación única y exclusiva, y por ende de sus operaciones, es la especulación y el lucro a toda costa sin más componendas ni cortapisas.

De hecho, Kennedy Wilson ya llegó a un acuerdo con Catalunycaixa en septiembre de 2.012, para gestionar la subasta de 50 viviendas situadas en un resort de golf en Murcia. Eso sí, con una rebaja en el precio de salida de algunas de ellas del 91% de descuento.

Hablar de ética social, sostenibilidad, eficiencia económica y otros conceptos alineados con el bienestar y calidad de la sociedad y sus ciudadanos, es algo tan lejano y en desuso para la banca y sus organismos reguladores, que siempre nos podrán decir que ponernos a protestar por este tipo de ventas, es más propio de algún primogénito de La Casa de la Pradera que de seres racionales e inteligentes.

Pero está visto, que no ha sido suficiente tener que amamantar a una banca nacionalizada con miles de millones, tener que soportar su absoluto desprecio social con su gestión de los híbridos, con los deshaucios, ni presenciar impasibles cómo, de forma impune, tanto el gobierno como sus estamentos, han favorecido y permitido que así fuese.

Ahora nos toca presenciar que la solución a la especulación y sus consecuencias es más especulación.

Al final, resultará que los que esperan pacientes los desastres y consecuencias de la incapacidad y la ineptitud ajena son los más listos. Porqué esperar es lo que ha hecho, quién sea finalmente que sea, el futuro comprador de Catalunyacaixa hasta que le paguen todo y más de lo que pida por ella. Y esperar es lo que hacen estas grandes corporaciones, como que un país se hunda, para comprar sus inmuebles a precio de derribo para que unos pocos ganen fortunas al otro lado del mundo.

Pero en esta espera, no tienen sitio los ciudadanos que hemos pagado el rescate de estas entidades, que hemos votado y elegido a estos dirigentes. Los mismos que serán deshauciados de forma más rápida y eficiente porque ahora, su hipoteca forma parte de un fondo de inversión americano o de las Islas Caimán.

Algo nos dice que al tiempo, todas estas operaciones y sus personajes, tengan o no bigote, se vistan con trajes a medida o de Emidio Tucci, sean aficionados al alpinismo o no se hayan dado cuenta de que tienen un Jaguar en su garaje, protagonizarán decenas de titulares y hasta quizás la SAREB, en lugar del banco malo, sea llamado el banco de los malos y vuelta a empezar como si nada hubiese ocurrido, como si nada.

Fuentes: