miércoles, 24 de abril de 2013

Cuando el argumento es tan malo como el desenlace

Visto desde fuera, con ojos ajenos y distantes, sería fácil que alguien sacase la conclusión que en Catalunya existe una especial apetencia por los liderazgos bicéfalos, de irresoluble convivencia y de inquietante eficacia.

Si nos centramos en su política y gobierno, la relación entre CiU y ERC, resulta difícil no imaginarla como la de aquellos anuncios de hace años de una conocida marca de automóviles, dónde aparecían sus vehículos copilotados por un pingüino con una ballesta y un mono cargado de dinamita, sólo que en este caso, ambos son los conductores.

Si nos referimos al mundo financiero, algo parecido. El tándem directivo entre el Frob y la directiva, en pleno y total ejercicio de sus funciones actualmente, aún, de Catalunyacaixa, producen la misma incomodidad que la niña del exorcista siendo tratada por el motorista fantasma.

En la sesión de control al gobierno catalán de ayer miércoles, Artur Más declaró que “…con unas finanzas mejor saneadas, hace dos años, el Gobierno de la Generalitat podría haber asumido Catalunyacaixa, entidad que se nacionalizo y que ahora está en manos del FROB… Es un gran banco público que en Catalunya se queda con todo lo que fue el resultado de Catalunyabanc”.

Quizás sea cierto, y si se nos permite responder a tales declaraciones, de una forma moderada, cabría decir que quizás tenga razón el Sr. Mas, y hace dos años, para algunos miembros de su partido, eran mucho más relevantes y beneficiosas las estaciones de ITV, que las entidades financieras de su territorio.

Pero también sería posible recurrir a la memoria histórica, que dos años no dan para mucha amnesia, y recordarle al Sr. Mas algunos episodios convenientemente documentados de su interés y empeño en “salvar” a esta entidad:

En enero del 2011, según se publicó en prensa, el Sr. Artur Más tenía la voluntad de sacar Catalunyacaixa a bolsa. Tanto es así que al parecer hubo reuniones entre él, su consejero de economía y el propio Adolf Todó con este fin. La iniciativa, una emulación de la misma operación que realizaría Bankia en julio de ese mismo año y que ya había hecho en mayo La Caixa con Caixabank en tiempo récord,  contaba con la frontal oposición de Adolf Todó, que incluso puso en la mesa su dimisión.

También es cierto, que la siguiente operación prevista en la hoja de ruta de la Generalitat, era que el Banco Sabadell lanzase una OPA sobre Catalunyacaixa y se hiciese con el control de esta.

Posiblemente, lo que rondaba en la cabeza de Artur Mas en ese momento era solucionar el ya incipiente problema social y económico con los híbridos, recapitalizar la caja sin que le costase un euro, y de paso, marcarse el tanto de preservar la identidad catalana de Catalunyacaixa ante el destino impredecible de una intervención por parte del gobierno central. Pues curiosa manera e intención de salvar a una entidad financiera ya que apenas 6 meses más tarde, Catalunyacaixa solicitaba al FROB su primera recapitalización de tantas otras ayudas siguientes.

Tampoco parece que pusiese mucho empeño en pro de la entidad, cuando en febrero del 2011 dejó escapar (se admite cualquier otra sutileza para definirlo), tan sólo 3 meses después de su nombramiento,  a un profesional de la talla de Fernando Casado para presidir Catalunyacaixa y dejando el poder absoluto de la entidad a sus actuales dirigentes: Adolf Todó y su segundo, Jaume Masana. Los resultados y actual situación de la entidad, avalan (o no) tal decisión como tantas otras, que al final, arrojan el mismo e inamovible balance por todos conocido.

Juguetear argumentando que la causa de no poder haber salvado en su momento a Catalunyacaixa, es la mala situación de la finanzas de la Generalitat, como consecuencia del trato discriminatorio que sufre Catalunya por parte del gobierno central, resulta, cuando menos, populista y demagogo. Más, considerando que quien preside el gobierno catalán, lo hace desde diciembre del 2010 y que por lo tanto, no puede alegar que todo lo malo lo hicieron los anteriores y que él, en más de 2 años, poco o nada ha podido hacer (una argumento también muy del uso por otro de los protagonistas de esta pequeña historia).

También es posible, que ese posicionamiento forme parte de una premeditada secuencia de despedida, liquidación y cierre en lo que a responsabilidad política se refiere, sobre el destino de Catalunyacaixa o incluso de un agravio que se desee sea compensado.

Una moneda en si misma vale más bien poco, pero cualquiera de sus caras pueden utilizarse para tomar decisiones de valor y trascendencias muy elevadas.

Fuentes:

www.elconfidencial.com


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