Si nos
centramos en su política y gobierno, la relación entre CiU y ERC, resulta difícil
no imaginarla como la de aquellos anuncios de hace años de una conocida marca
de automóviles, dónde aparecían sus vehículos copilotados por un pingüino con
una ballesta y un mono cargado de dinamita, sólo que en este caso, ambos son
los conductores.
Si nos
referimos al mundo financiero, algo parecido. El tándem directivo entre el Frob
y la directiva, en pleno y total ejercicio de sus funciones actualmente, aún,
de Catalunyacaixa, producen la misma incomodidad que la niña del exorcista siendo
tratada por el motorista fantasma.
En la sesión
de control al gobierno catalán de ayer miércoles, Artur Más declaró
que “…con unas finanzas mejor saneadas, hace dos años, el Gobierno de la
Generalitat podría haber asumido Catalunyacaixa, entidad que se nacionalizo y que
ahora está en manos del FROB… Es un gran banco público que en Catalunya se queda
con todo lo que fue el resultado de Catalunyabanc”.
Quizás sea
cierto, y si se nos permite responder a tales declaraciones, de una forma
moderada, cabría decir que quizás tenga razón el Sr. Mas, y hace dos años, para
algunos miembros de su partido, eran mucho más relevantes y beneficiosas las
estaciones de ITV, que las entidades financieras de su territorio.
Pero también
sería posible recurrir a la memoria histórica, que dos años no dan para mucha
amnesia, y recordarle al Sr. Mas algunos episodios convenientemente
documentados de su interés y empeño en “salvar” a esta entidad:
En enero del
2011, según se publicó en prensa,
el Sr. Artur Más tenía la voluntad de sacar Catalunyacaixa a bolsa. Tanto es
así que al parecer hubo reuniones entre él, su consejero de economía y el
propio Adolf Todó con este fin. La iniciativa, una emulación de la misma operación
que realizaría Bankia en julio de ese mismo año y que ya había hecho en mayo La
Caixa con Caixabank en tiempo récord, contaba
con la frontal oposición de Adolf Todó, que incluso puso en la mesa su dimisión.
También es
cierto, que la siguiente operación prevista en la hoja de ruta de la
Generalitat, era que el Banco Sabadell lanzase una OPA sobre Catalunyacaixa y
se hiciese con el control de esta.
Posiblemente,
lo que rondaba en la cabeza de Artur Mas en ese momento era solucionar el ya
incipiente problema social y económico con los híbridos, recapitalizar la caja
sin que le costase un euro, y de paso, marcarse el tanto de preservar la
identidad catalana de Catalunyacaixa ante el destino impredecible de una
intervención por parte del gobierno central. Pues curiosa manera e intención de
salvar a una entidad financiera ya que apenas 6 meses más tarde, Catalunyacaixa
solicitaba al FROB su primera recapitalización de tantas otras ayudas
siguientes.
Tampoco
parece que pusiese mucho empeño en pro de la entidad, cuando en febrero del
2011 dejó escapar
(se admite cualquier otra sutileza para definirlo), tan sólo 3 meses después de
su nombramiento, a un profesional de la
talla de Fernando Casado para presidir Catalunyacaixa y dejando el poder
absoluto de la entidad a sus actuales dirigentes: Adolf Todó y su segundo,
Jaume Masana. Los resultados y actual situación de la entidad, avalan (o no)
tal decisión como tantas otras, que al final, arrojan el mismo e inamovible balance
por todos conocido.
Juguetear
argumentando que la causa de no poder haber salvado en su momento a
Catalunyacaixa, es la mala situación de la finanzas de la Generalitat, como
consecuencia del trato discriminatorio que sufre Catalunya por parte del
gobierno central, resulta, cuando menos, populista y demagogo. Más,
considerando que quien preside el gobierno catalán, lo hace desde diciembre del
2010 y que por lo tanto, no puede alegar que todo lo malo lo hicieron los
anteriores y que él, en más de 2 años, poco o nada ha podido hacer (una argumento
también muy del uso por otro de los protagonistas de esta pequeña historia).
También es
posible, que ese posicionamiento forme parte de una premeditada secuencia de
despedida, liquidación y cierre en lo que a responsabilidad política se refiere,
sobre el destino de Catalunyacaixa o incluso de un agravio que se desee sea
compensado.
Una moneda
en si misma vale más bien poco, pero cualquiera de sus caras pueden utilizarse
para tomar decisiones de valor y trascendencias muy elevadas.
Fuentes:
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