lunes, 17 de diciembre de 2012

Monotonía Relevante

Hacia una mañana espléndida, había llovido durante casi toda la noche y el bosque se despertaba poco a poco oliendo todavía a sombra y humedad. Todo empezaba a recobrar su ritmo vital y sus habitantes, animales, plantas y hasta la más insignificante gota de rocío, se disponían a retomar el ciclo de ese nuevo día.

En un extremo del bosque, con el paso del tiempo, lluvias y erosiones, se había quedado algo alejado un alcornoque. Era un árbol robusto, de casi 15 metros de alto, con su corteza grisácea y corchosa profundamente agrietada por una vejez ya centenaria y ligeramente oscurecida en los huecos que el tiempo había provocado en algunas partes de su corteza.

Hacía muchos años ya, que había perdido una de sus más grandes ramas, por culpa de un rayo que le dio de pleno una noche de tormenta. No pudo hacer nada, más que aceptar esa mutilación, contemplándola, como parte de él mismo, yaciendo a sus pies desde aquella noche.

Había salido el sol ya completamente, y un pequeño gorrión se poso sobre el tronco a sus pies. De forma saltarina, tanteo el centímetro donde se había posado, miró nerviosamente a su derecha e izquierda y picoteo su corteza hasta sentirse del todo seguro en él.

El  tronco le dijo:

-  ¡ Qué suerte la mía¡ llevo aquí postrado casi 100 años, amputado de mi tronco y tendido en este suelo, que sólo humedad sabe darme, el sol no me rodea cada mañana y ya ni recuerdo el sabor de mi savia. Sin embargo, tú cada mañana sin remedio, te posas encima mío, me picoteas y te vas sin más hasta el día siguiente. No es justo, ¿no crees gorrión?

El gorrión, con su pensamiento más ocupado y atento a la comida que tenía que encontrar para su nido aquella, como todas las mañanas, se quedo pensando en lo que le había dicho el tronco y le contestó:

-  Tienes razón, no me gustaría ser tú ni encontrarme en tu estado, pero soy un pequeño gorrión, y no se hacer nada diferente cada día de lo que mi bisabuelo, abuelo y mi padre me enseñaron que debía de hacer, dónde y cómo.  Sino lo hiciese así, me podría perder en el bosque, mis pequeños morir de hambre sin comida y sin haberles enseñado como llegar hasta aquí, y tú quedarte solo sin esta breve compañía, para siempre.



No hay comentarios:

Publicar un comentario